Introducción

En general, los expertos en el campo de la SCF tienden a aplicar su propio enfoque al problema, en función de la tecnología disponible en su laboratorio. Por ejemplo, al ajustar la escala de las imágenes de la cara y el cráneo, algunos investigadores se centran en conjuntos específicos de landmarks homólogos, otros confían más en un ajuste de los contornos faciales y del cráneo o buscan una consistencia morfológica.

La SCF ha ido evolucionando conforme lo ha hecho la tecnología disponible para los profesionales, basada en los fundamentos establecidos previamente [1, 2]. La variedad de avances tecnológicos de apoyo ha supuesto una gran cantidad de enfoques muy diversos, es decir, la superposición fotográfica, de video, fotográfica asistida por ordenador, video asistida por ordenador, superposición 3D-2D asistida por ordenador, enfoques manuales, semiautomáticos y automáticos.

Además, existen diferentes criterios anatómicos que son empleados para evaluar la superposición: contornos, líneas, proporciones, landmarks y estudios de tejido blando, morfología, asimetrías, relaciones posicionales, etc. Las diferencias no se encuentran solo en el conjunto de criterios utilizados, sino también en el peso asignado a cada uno de ellos, mientras se evalúa el solapamiento cráneo-cara. Finalmente, cada experto tiene su propia escala de decisión, con diferentes etiquetas, diferentes nombres y significados y diferentes criterios para moverse a lo largo de la escala.

Puede considerarse que la técnica de SCF se encuentra actualmente en una nueva etapa de estandarización, que se iniciaría en 2015, a raíz del proyecto europeo MEPROCS (Nuevas Metodologías y Protocolos de Identificación Forense por Superposición Craneofacial), con la primera publicación por parte de Damas y col. [3]. En el desarrollo de este proyecto se incluyeron encuestas y dos estudios de validación que permitieron atestiguar una grave falta de consenso en los protocolos, metodologías y materiales usados para llevar a cabo las superposiciones y realizar su evaluación.

Estos estudios permitieron diagnosticar las principales fuentes de error y de incertidumbre en SCF y proponer una lista de 17 recomendaciones y 4 prácticas a evitar para eliminar o minimizar al máximo las posibles fuentes de error.